El molesto ruido del carrito del afilaor anunciaba las siete.
Las mañanas de los lunes
solían comenzar con energía en el número 9 de la calle Jaén. Era habitual ver a
los niños salir de casa con prisa para no perder el autobús del colegio y
adultos trajeados que cruzaban el rellano, con maletines de piel en mano y una
expresión de hastío en la cara.
Comenzaba a despertar el
edificio. Se oía el levantar de persianas en cascada, el vaivén del ascensor
con los trastos de la limpieza y ajetreo en las despensas.
A la señora del 9ºB le gustaba
este momento y no tardaba en asomarse al patio, antes de comenzar su día. Se
trataba de una mujer de edad media y recientemente desplazada de su pueblo
natal. Cuando se mudó a la gran ciudad, desde hacía algunos años, se dedicaba a
vender los productos de belleza y cosméticos Avon. Pensó que sería por poco
tiempo, pero tenía buenos ahorros y le aportaba un ingreso suficiente para sus
necesidades. Además, resultaba cómodo ya que le permitía hacerlo desde su
propio sofá y siempre podía aprovechar algunas horas para los recados
convenientes o poner orden en la casa.
Una vez concluida la escasa
jornada de los lunes por la mañana, la señora del 9ºB, sin mucho entusiasmo,
tomó el barreño que le esperaba encima de la lavadora.
Mientras ordenaba la ropa en
el tendedero, recordó, que tenía que
bajar a pedirle al conserje que le echara un vistazo a la luz de su entrada,
pues llevaba unos días parpadeando sin cesar.
Casualmente, la vecina de en
frente también salió a hacer la colada. No tenía un trato muy frecuente con
ella, pero sí habían coincidido en alguna reunión. La actividad de la vecina se
vio interrumpida, y en su ausencia se le deslizó una prenda patio abajo. Entonces,
la señora del 9ºB, con un tono cordial saluda:
-Señora
9ºB: ¡Buenos días vecina! Mientras no estabas se te ha caído esa prenda.
-Vecina:
Anda pues es verdad, muchas gracias.
-Señora
9ºB: Me dijo el otro día doña Celia que se despistó y le costó recuperarla. No
te demores, es una camisa muy bonita.
-Vecina:
Voy a por ella entonces.
-Señora
9ºB: Bien, ya que bajas, ¿te importaría decirle al conserje que suba cuando
pueda? Gracias.
Tras mostrarse tan resolutiva y oportuna, se giró a coger otra camisa con media sonrisa, y tranquilamente retomó sus quehaceres.
La señora del 9ºB, representa
una forma oportuna e inteligente de usar la información. Además es un recurso
habitual hacer referencia a una tercera persona (doña Celia). Por tanto, sirve
como estímulo para que la persona a la que se le presenta el caso, elija como
posicionarse, manteniéndose firme.
Si hacemos una correspondencia
con la realidad, esta comunidad de vecinos puede ser el mundo laboral; la
vecina, un cliente; doña Celia, un argumento. La señora del 9ºB, de alguna
forma dirige la situación a un intercambio justo. Fuera de una comunidad de
vecinos, cada uno de nosotros es la señora del 9ºB. Cuantas más referencias
maneje, más podré ofrecer y por tanto incremento las oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario