lunes, 24 de febrero de 2014

MITO_Novenobe

El molesto ruido del  carrito del afilaor anunciaba las siete.
Las mañanas de los lunes solían comenzar con energía en el número 9 de la calle Jaén. Era habitual ver a los niños salir de casa con prisa para no perder el autobús del colegio y adultos trajeados que cruzaban el rellano, con maletines de piel en mano y una expresión de hastío en la cara.
Comenzaba a despertar el edificio. Se oía el levantar de persianas en cascada, el vaivén del ascensor con los trastos de la limpieza y ajetreo en las despensas.
A la señora del 9ºB le gustaba este momento y no tardaba en asomarse al patio, antes de comenzar su día. Se trataba de una mujer de edad media y recientemente desplazada de su pueblo natal. Cuando se mudó a la gran ciudad, desde hacía algunos años, se dedicaba a vender los productos de belleza y cosméticos Avon. Pensó que sería por poco tiempo, pero tenía buenos ahorros y le aportaba un ingreso suficiente para sus necesidades. Además, resultaba cómodo ya que le permitía hacerlo desde su propio sofá y siempre podía aprovechar algunas horas para los recados convenientes o poner orden en la casa.
Una vez concluida la escasa jornada de los lunes por la mañana, la señora del 9ºB, sin mucho entusiasmo, tomó el barreño que le esperaba encima de la lavadora.
Mientras ordenaba la ropa en el tendedero,  recordó, que tenía que bajar a pedirle al conserje que le echara un vistazo a la luz de su entrada, pues llevaba unos días parpadeando sin cesar.
Casualmente, la vecina de en frente también salió a hacer la colada. No tenía un trato muy frecuente con ella, pero sí habían coincidido en alguna reunión. La actividad de la vecina se vio interrumpida, y en su ausencia se le deslizó una prenda patio abajo. Entonces, la señora del 9ºB, con un tono cordial saluda:
-Señora 9ºB: ¡Buenos días vecina! Mientras no estabas se te ha caído esa prenda.
-Vecina: Anda pues es verdad, muchas gracias.
-Señora 9ºB: Me dijo el otro día doña Celia que se despistó y le costó recuperarla. No te demores, es una camisa muy bonita.
-Vecina: Voy a por ella entonces.
-Señora 9ºB: Bien, ya que bajas, ¿te importaría decirle al conserje que suba cuando pueda? Gracias.

Tras mostrarse tan resolutiva y oportuna, se giró a coger otra camisa con media sonrisa, y tranquilamente retomó sus quehaceres.
La señora del 9ºB, representa una forma oportuna e inteligente de usar la información. Además es un recurso habitual hacer referencia a una tercera persona (doña Celia). Por tanto, sirve como estímulo para que la persona a la que se le presenta el caso, elija como posicionarse, manteniéndose firme.
Si hacemos una correspondencia con la realidad, esta comunidad de vecinos puede ser el mundo laboral; la vecina, un cliente; doña Celia, un argumento. La señora del 9ºB, de alguna forma dirige la situación a un intercambio justo. Fuera de una comunidad de vecinos, cada uno de nosotros es la señora del 9ºB. Cuantas más referencias maneje, más podré ofrecer y por tanto incremento las oportunidades.

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