La creación y diseño de una casa
tiene como fin último responder a unas necesidades del usuario en el desarrollo
de hábitos de carácter doméstico. El proyecto trata de atender a estas
necesidades replanteando la forma de habitar convencional de espacio
programático, buscando la flexibilidad en el desarrollo de las acciones. De
esta forma el habitante crea el espacio y no éste a la forma de habitar.
De la misma forma se define el
perfil de usuario que requiere el nuevo espacio propuesto. No se trata de la
alteración de los hábitos del ocupante sino del procedimiento.
En la actualidad, la vivienda estándar
encuentra limitaciones en la diversidad del habitar. Establece unas condiciones
formales en la práctica de actividades de ámbito cotidiano, así como limita los
hábitos que alberga.
La vivienda de espacio
fragmentado según uso, así como la invasión de mobiliario, formalizan el
desarrollo de la vida en casa y reducen el espacio para la acción propiamente
dicha.
Si además tenemos en cuenta el
avance tecnológico, los cambios que suponen y las ventajas que ofrecen,
comienza a ponerse en duda la necesidad de la configuración actual del espacio
en la vivienda, que a su vez replanteará los elementos que recoge.
Puesto que se renuncia a la casa
tradicional, el método que se aplica consiste en abandonar las formalidades
anteriormente enunciadas: la fragmentación del espacio y el mobiliario.
Se parte de una estancia
completamente vacía, en la que en su totalidad está destinada a la acción libre
del usuario. Con esta decisión se encuentra una carencia a la hora del
despliegue del habitar: es necesario contextualizar al usuario en la actividad
que va a llevar a cabo. Para ello se propone la instalación de proyectores, que
de alguna forma cumplen la función del mobiliario. Por otro lado existe la
necesidad de mantener una mesa, como objeto articulador del espacio y de
reunión.
El estudio desemboca en una casa que
renuncia a los objetos tradicionales. La forma de habitar esta casa se aleja de
los parámetros convencionales, pues las proyecciones no sustentan las
necesidades primarias como la higiene o alimentación. Por ello es necesario un
perfil concreto de habitante.
En definitiva, el proyecto
propone un espacio doméstico opuesto a lo que entendemos por hogar. Pasamos a
cuestionarnos cómo hacer en lugar de
qué usar. Al final no supone un
cambio en la forma de vivir, ya que cada vez más una parte importante del habitar nos lo
ofrece la ciudad y nuestro entorno habitual. Entonces, cabe cuestionarse si
existiría alguna diferencia entre poseer una estantería llena de libros, colocada
en el rincón de la sala de estar o simplemente la imagen de ésta.